La relación más importante para un niño es la que desarrolla con sus padres o cuidadores. Una relación sólida entre padres e hijos requiere mucho esfuerzo y comprensión. Sin embargo, el ritmo estresante de la vida moderna suele afectar al ámbito doméstico ejerciendo presiones y dificultando la crianza de los hijos. No es ningún secreto que la paternidad es uno de los roles más gratificantes, y a su vez desafiantes, del mundo. Los padres quieren lo mejor para sus hijos y una relación sólida padre-hijos puede ayudar a obtener mejores resultados para los niños. Sobre todo porque estos últimos aprenden sobre el mundo que los rodea a través de una relación positiva con sus padres.
La relación temprana entre padres e hijos es fundamental porque afecta directamente al desarrollo físico, emocional, social del niño, lo que determinará su salud física y mental, su personalidad, su comportamiento, sus relaciones y valores. Por ello sorprende, dada la importancia de estos lazos, el hecho de que a menudo se dejen en un segundo plano cuando surgen problemas como malas calificaciones o comportamientos por parte del menor.
A medida que crecen y cambian, miran a sus progenitores para determinar si se sienten seguros y si son amados o no. La teoría del apego se remonta a la década de 1950. Según el psiquiatra y psicoanalista John Bowlby, nuestras relaciones tempranas con nuestros padres (o cuidadores) dan forma al modo en que percibimos y actuamos dentro de las relaciones a lo largo de nuestras vidas. Cuando somos bebés/niños, dependemos de nuestros padres o cuidadores principales. Los necesitamos para sobrevivir, por lo que no tenemos otra opción que apegarnos a ellos y confiar en que nos cuidarán bien.
En la mayoría de los casos, los padres harán todo lo posible para satisfacer todas nuestras necesidades y brindarnos un ambiente cálido y acogedor. Si están en sintonía y responden a nuestras necesidades, podemos construir una relación segura y estable con ellos y, en consecuencia, un estilo de apego seguro. Sin embargo, si no lo son o si percibimos que nuestras necesidades no se satisfacen, es probable que desarrollemos uno de los tres estilos de apego categorizados como inseguros (apego ansioso-ambivalente, apego evitativo o apego desorganizado).
Entonces, ¿por qué es importante una relación padre-hijo positiva y saludable? Los psicólogos han descubierto que el apego seguro es el mejor tipo. Los niños que crecen con un vínculo seguro y saludable con sus padres tienen más posibilidades de:
- Crear lazos y relaciones satisfactorias con otras personas de su alrededor.
- Regular las emociones bajo estrés y en situaciones difíciles.
- Tener buena autoestima.
- Adoptar un desarrollo social, cognitivo, emocional, motivacional y lingüístico.
- Exhibir comportamientos sociales optimistas y confiados.
- Manifestar mejores habilidades sociales y académicas, y valores esenciales que los encaminan hacia el éxito futuro.
- Alcanzar una mejor salud mental.
El vínculo especial entre un padre y un hijo es uno de los vínculos más fuertes y genuinos que podemos alcanzar a lo largo de nuestra vida. Cuanto más fuerte sea la relación padre-hijo, mejor será la crianza. Por lo tanto, es importante escuchar a los niños, validar sus sentimientos, brindarles atención y tiempo de calidad que fortalezcan el vínculo como familia, para sentirse amados y seguros.
Desde SerdeAgua valoramos la importancia de las relaciones entre padres e hijos, por lo que alentamos a los padres a involucrarse y participar en las actividades diarias de sus hijos. De esta forma, los niños saben y sienten que son aceptados y valorados por su singularidad.
¡Feliz Día del Padre!
Celia Ferrer Sola, psicóloga de la intervención social.